domingo, 13 de diciembre de 2015




Miguel Crespo: Escritor street y el eclipse de la urbe incendiándose.


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         Un personaje que vive entre libros e historia underground.


  
     ¿Quién es Miguel Crespo? Miguel ha manifestado abiertamente que es un street que lee literatura clásica y respira literatura lidiando con sus vicios como muchos escritores lo hicieron, Jack Kerouac y todos los beat de Estados Unidos. Antonio Urdaneta lo aprecia mucho, le dice en reiteradas ocasiones que cuide su templo imaginario, que no tambalee tanto en esa vida tan caótica, pero en fin, él es su propio timón de un barco que se pierde en las infinitas calles de la ciudad. Cuando se fuga Miguel Crespo a la calle, camina a pedir plata persona por persona, Miguel lo llama al acto de pedir el “swing de las monedas”. que se explicaría con la sencilla razón del efecto producido por el swing jazzístico que es una elocuente improvisación ejecutada por los músicos del bep bep dándole el surgimiento a esa fluidez sonora tan seductiva, él pide y es un acto que va más allá de pedir una moneda porque la moneda se recrea entre el escándalo de la ciudad y el oficio de imaginar otro mundo posible que no sea esta ciudad tan terca, sería un acto donde el sacrificio imaginario testifica cualquier acontecimiento poético o literario y así como Borges sacrificó en decir que los antiguos griegos llamaban álgebra a una piedrecita que se lanzaba sobre una arena pero no es real sino un swing imaginario de Borges, es ficción, irreal, fantástico.  Así es Miguel Crespo en su agitada vida streett se la ingenia a su manera y revive su espíritu beat al sacra de ser devoto Krisna y después compra jarabe para la tos y se la toma completo y aparece sobre sus ojos ese rojo incendiándose; las bodegas, los abastos, las licorerías, las fruterías, el que vende plátanos, los establecimientos comerciales lo cierran y él se da cuenta que debe regresar a su casa, dando tumbos citando a Lezama Lima, Dylan Thomas, Leopoldo María Panero y haciendo confluencia con el Malandro Ismael y estrellándose con las paredes sonríe, mas cuando la noche lo atrapa, camina más lento, a un ritmo sigiloso y cuando apaga la luz de la casa contempla la ventana detestando la aurora boreal y escribe estos grandes testamentos poéticos. La ciudad de Barquisimeto son muchos quijotes desdentados hablando en un bar.





 José Miguel Méndez Crespo

Miembro del Colectivo literario "El cuarto de los duendes".

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 Miguel Crespo ha publicado en el Diario "El Impulso" y en la revista literaria “La lucerna”, tiene una novela inédita que lleva por nombre “Memorias del sol” lo cual está cargada de una innovación narrativa sumamente compleja y arraigado a  la ciudad y su terca realidad. 


A continuación veremos los testimonios de poetas que han visto a Miguel Crespo en su gran letargo literario en la ciudad:



 Viajar en los ojos de una infinidad disipada.

      Pasar cerca de la plaza Bolívar o en ella... Recorrerla en el vivir de los días como hace mucha gente; un trayecto común, quizás... Pero no Miguel… él logra ver a los elementales custodiando los árboles, los que pasan desapercibidos por el papelero que recorre la ciudad y la burocracia… Por allí cerca lo encuentro siempre… lo veo en las historias fundamentadas en el abrazo de las palabras que profundiza en el viento, las que pocos evidencian. Ver a Miguel es viajar en los ojos de una infinidad disipada, en un tropiezo de miradas; la de él va perdida, suspendida en el tono de los colores, en las palomas, él las encuentra elevadas en el humo de la calle, mientras nosotros las vemos en los pasillos de la plaza, vuelan en el humo que suelta su boca siempre risueña. Creo que ve más allá de lo que nosotros podemos ver… palpa la magia de las hojas, de las hojas secas que crujen al caer y escuchan todos sus sentidos, entre la ansiedad urbana con la definición de lo intenso en su búsqueda interna, es un agujero lleno de su misma luz, irradia su propio hechizo… la seducción descuidada de su mente…

Nomis Méndez

Poeta, acróbata de tela, profesora de literatura egresada de la UPEL.

Aquí digitalmente conoceremos su poesía y su obra imaginaria:


Poemas


    Ahora que en la floresta se esparcen
Tus perdidos veranos, movidos
Por los aires plañideros y calmos
Me pregunto
A donde han ido esos cálidos
Y fecundos cantos
Que alzaban todos los pájaros que juntos
Posaban en tu árbol
Y todas las estrellas
Que copulaban a tu encuentro
Hasta donde las han llevado
Los carruajes del claustro.

* * *



Desde el lento lecho te escribo,
Estos versos, taciturnos cómplices
Soldaditos de papel, ruiseñores del alba
Ventrílocuos que atan y desatan las palabras
Y emerge el poema, como flor de loto
O como el humo de este cigarrillo.
El recuerdo se mueve igual
Que estas cortinas, tan callado
Como un sepulcro. Amordazado
Quizás, por los besos de alguna traición.
Te escribo aquí enjaulado entre tus huesos
Entretejiendo un planeta de túneles, humo y agonías.

* * *

Un castillo nos separa
Mas nuestras almas
 Se entrelazan
En un ensueño
Llamado recuerdo
Un castillo nos separa
Y en mi alma herida, desesperada
Se conjuran
Dos nombres, resuenan en el espacio
Como los ecos de un espasmo inconexo
Circundando el sol y los astros
Yo, azotado por las imágenes y hastío
De la hondonada levanto un tótem
Y hago un puente de tus huesos.




* * *


Paso tras paso, en lánguido recorrido
Se pasea dando tumbo sobre tumbo
Este viento o marea
Esta mascara de teatro.
El vals que suena
No es el vals de efímeras noches
Y de danzas vespertinas
El jardín ahora es un museo.
Afuera, montañas carrozas y caballos
Celebran en un mutuo delirio
Esta vuelta al barro
Al polvo, a los círculos de cenizas.
Adentro en la casa
Las mariposas revolotean, chocan
Y caen.
Paso tras paso, en lánguido recorrido
Se pasea dando tumbo sobre tumbo
Deplorables voces
Escritas sobre el mármol
Haciendo  epitafio de los nombres,
Las palabras y los amaneceres en bandada
Ahora condenados al olvido,
A la nada que devora
Las más diversas aves.
A lo lejos el blanco piano calla en su última nota
Y la pequeña bailarina sigue
Tan sigilosa , dando vueltas
Dando tumbos
Yo, miro a Dionisio
Y alzo mi copa.

* * *


































Sobre praderas, en los valles
Allende mi sol
Cortejando lascivas nubes
Como un golem que sigue
Los grises pasos de mi sangre
Oh
Oh (exclamaciones)
Ahora que todas las tardes llueve
Y en los cristales veo nuestros nombres
y en las tacitas gotas,
Sometidas
Como tú, como yo
A cabalgar en esta corta carrera
Azotando nuestros caballos
Hasta que la champagne corra
Corra como nuestra sangre
En la primavera.


* * * 


Escucha, toda agua estancada , apesta
y no  toda estrella  de vida brilla.
Escucha, barco de canela
y mira este terrible espejo
Que por sucumbir a los mares
a caído en lentos anatemas
Derramando el vino, el semen
En los miasmas de las flores más sórdidas
y a  esparcido las monedas en las
Escaleras.
Ven y  mira estos susurros.
Este carnaval de tijeras y navajas
Banquete consagrado para anteros.
Ven, brindemos sobre nuestra tumba 
y juntos deshojemos este árbol
ya sin sombra
Este árbol que ya nada brinda a las rocas  
Que ahora  buscan sus frutos.



* * *
En un cuarto, sobre un lecho baldío
Engañamos al tiempo y su desdicha
Entre sabanas estrelladas, dispersas cenizas
En un oleaje azul, azul como tu juventud
Donde los peces se agitan, se estremecen
Entre las falanges, en las arterias,
En tus senos, en mi boca.
Todo hasta el mar.
Todo superpuesto, a la incesante despedida
Del despertar.
¿Pequeña hermana , si en esta penumbra
Pudiéramos alzar nuestras alas de cera
Hacia las cúspides más sublimes y altas
En donde todavía estamos juntos, abrazados
Hechos estatuas.


* * *
                                   



















Ocaso de los dos mendigos

"el aire sumiso entrelaza visiones múltiples mientras las manos se deslizan a través de él como rincones del tiempo"

Camino y un planeta de monedas
pan saturado de levadura , droga o faena 
es un dilema , un oasis y una armadura 
que se burla de mi ventura y de los cuervos 
que acechan a ella; que fue una golondrina 
aventurera , y la dueña del sol de mi tez tan dura.
Ya el sol se despide con un fúnebre canto
y sigo en esta gris senda, contando las monedas  
junto a mi dulcinea , mutándonos 
 para ser los cabríos en el holocausto 
y juntos derramamos nuestra sangre        
en el valle azul donde murio mi padre.




















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