viernes, 1 de abril de 2016



De ninfómanas y herrerías

Por José Miguel Méndez Crespo
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«Ninfómanas son aquellas mujeres que por naturaleza les gusta el sexo y freudianamente viven de su regocijo en el humedecido brote de entresuspiernas» -me decía papá cuando soldaba los tubos para la reja de una vecina-. Él mataba tigritos bien de pinga. Después del tigre le iba a pedir una plata prestá.

Al quitarse la mascarilla de soldar, continuó su faena y me volvió a decir, que el cuerpo, lo corpóreo, no posee título de arrendamiento, ni propiedad, ni derecho de aubana, ni ningún tipo de weboná de dueño. Si la mujer tiene un historial muy largo al reconocer o admitir con cuántos hombres se había acostado, no tenía nada de relevante; el hombre igual atentaría contra sí mismo si poseyera ese historial. Es lo mismo, si una mujer se acuesta con cientos de hombres es el espejo de un hombre que se acueste con cientos de mujeres. En fin -proseguía mi padre- la cuestión del sexo lamentablemente ha llegado a ser un cliché de marketing y mercadeo de las personas más ridículas, existen mujeres que se hacen publicidad con otras hablando de sus hombres, y también existen hombres haciéndose publicidad acerca de cuántas mujeres han tenido en una cama pequeñita, pero donde caben los dos.

Mi papá es muy terco, pero yo no dudo de su forma de interpretar esas cosas tan íntimas y polémicas, generalmente según su reflexión concluía que las ninfómanas son en sí, la alegría de los hombres y que Ho Chi Min dirigió un grupo de mujeres prostitutas, cuya misión era colocarles veneno a los soldados de USA pero que éstas a diferencia de las ninfómanas eran patrióticas amantes de Vietnam. Yo no sé, pero a veces la cuestión de la moral se torna tan difícil, pues soy un hombre ortodoxo como mi pobre abuelo que murió de enfisema pulmonar, y con el cigarro en la mano no quería que sus hijas, o sea mis tías, llegaran a altas hora de la noche, como dice el poema de Roque Dalton. Por cierto es bellísimo, da nota el poema.

Yo le conté a papá la historia de María; le decían la leona tragatoboganes, porque en el barrio era famosísima. Todos mis panas la conocían por su furor y entrega maniática para el sexo, lo raro es que los chicos del barrio compartían sus experiencias en largos chismes y travesuras de la tragatoboganes, El Cara é machete, Eliécer y Yilber, hacían comentarios como que la tipa apretaba más que la liga de un bollito, que su sexo olía a paraíso bíblico de los cielos y que, además, sabía afinar el cuatro. Entre sus gustos estaba fumar monte sin ningún complejo frente a su mamá que era una buhonera honesta que la movía, le echaba bola y le gustaba Nelson Ned. María la enrolaba como un cigarro, la tipa leía Neruda y soñaba con disparar una 22. Otros panas boletas, decían que mordía, la coñoemadre, pero con una vaina potente, con una vaina que no juega, con una meta, no así por así, sabía lo que hacía su inteligencia corporal, tenía madera la tipa.

Vivir en un mundo tan prejuicioso hace paradójico tener que hablar de este tema en mi cuento, pero de panita que lo viví, créame que he visto a más de un cristiano sacar cartas sobre el asunto; he visto a mujeres entaguaradas en un bar diciendo que la decisión del sexo es lo más político que existe. He escuchado también que la menstruación, el quince y último del cobro salarial también influye, y que un vibrador de mujeres se compra infiltradamente, escondiéndose del mundo y tiene que ser grueso, bien grueso como un árbol frondoso.

Lo cierto es que María, la leona tragatoboganes tuvo un hermoso bebé, a ese niño le doy clase en la escuela de mi barriada; yo debo ocultar todos los chismes y la propaganda de mis panas del barrio en mi memoria. Que en paz dencansen, pues. El Cara e’ machete fue asesinado mientras asaltaba una farmacia; Eliécer llevó un tiro en la cabeza que se lo metió otro pana y dicen que fue sin culpa, o sea que el gatillo estaba malo, muy sensible, es extravagantemente chimbo ese suceso. A Yilber le metieron ocho tiros y quedó vivo, pero el fondo de la cosa es que todos ellos son los que hablaban más de María, y eran los boletas que portaban la figura en mi barrio. Pero como dice la catira californiana, ser bocón sale demasiado caro.

María siempre se viste muy elegante cuando va a buscar a su hijo; lleva un perfume de Carolina Herrera y me sonríe. De verdad yo nunca pude acercarme a ese monumental cuerpo, sus ojos de almendrada santificación vislumbra en mí ese sentimiento de miedo y a la vez de respeto, el pestañeo de María tiene esa línea curvilínea que ondula al fondo sus cejas como una invocación de chamanes haciendo ritual con el viento; es sifrina de monte como le decía Cara e’ machete, que Dios lo tenga en la gloria.

Le seguía diciendo a mi papá que a su primer esposo lo mataron, le dieron plas, plas, plas, plas y ella saltó el muro del rancho y en la cancha donde estaba una verbena por la Cruz de Mayo se montó en la moto y la encendió sin ningún tipo de boleteo; al fondo se escuchaba Rafael Orozco, “Esa es la que tanto quiero, esa es la que tanto adoro”. La tipa la piró; se guardó la pistola de su esposo y no entrompó, porque sabía que no podía contra cuatro, estaba activa para cualquier movimiento raro, y se escapó como un tigre pisando tierra fértil. Dicen mis vecinos que no lloraba y tampoco iba asustada porque cada paso de María fue táctico; tenía seguridad, es firme María, es una tipa preparada para una victoria campal.

 Ella siempre llega a buscar su hijo en una Cherokee roja con tres motos atrás. María me mira a los ojos firmemente mientras yo tengo a su hijo agarrado de sus manos y me pregunta:
       ¿Cómo se portó mi actor de Hollywood?
       Como un galán, en el cuaderno está una tarea para la próxima semana.
       ¡Ah! Ok, está bien, mi galancito lo hará como es él, todo un campeón –sonríe como una duquesa-.

Yo no sonrío, porque soy feo y además tengo los dientes torcíos; vivo en mi espesa amargura afirmando su presencia que es la de un ángel. Recuerdo que Whitman en su libro Hojas de Hierbas claudica con la belleza de una mujer prostituta, pero María no es prostituta, ella es de otro estilo, de ese estilo al caminar que, dando esos tumbazos de la cadera, la falda terracota suelta hasta los pies impacta sobre mí; su blusa blanquísima dibuja la fiel arquitectura de su contorno, tiene estilo y el estilo también tiene que ver con ese afán para reservar palabras. Es un asalto femenino. El estilo de ella entrompa por sí sola en mi manía de verla, me babeo de pana de panita por María, es como los hierros que tiene mi papá dándole soldadura, ella es la tentación de los siglos sobre mí, yo el bobo de mi barrio, el que nunca cogió culito, el que nunca le recitó el verso que me sabía de memoria porque le tenía miedo a las visitas que ella tenía, motos y tipos preparados para la guerra de perros. Además, yo le digo a mi papá que la cuestión de las ninfómanas no es en sí algo por lo cual desgastarnos. Le afirmé absolutamente convencido que hasta siento envidia por no tener una novia ninfómana o una novia como María, la mujer de altas esferas del tarot. Le digo que termine de soldar los tubos, que la herrería y la ninfomanía es el mismo cuento, pues consiste en que cada uno termine su rendija, termine su puerta, su portón, que cierre las láminas de hierro y que mida bien cada pedazo que corte con la lima, el herrero es su propia historia y las ninfómanas forman la arquitectura de los toboganes para que los niños jueguen disfrutando toda la infancia que hay detrás de sus ojos.




Miembro del colectivo cultural “El Cuarto de los Duendes”


domingo, 27 de marzo de 2016

Qué difícil modo de vivir escribiendo metáforas


El poeta es como la mujer, es difícil, o como la imagen de Lezama Lima, nos cuesta llegar a la sustancialidad de su pronunciamiento, y aun cuando no podemos llegar a expresar una palabra que logre definir su origen,  el silencio nos hace un atentado contra nuestra forma de ver el mundo.



Qué difícil modo de vivir escribiendo metáforas, ya todos se saben la manualesca rutina del poeta, conocen hasta sus rincones donde suele refugiarse, una librería cómoda, un museo con una galería loquísima, o una panadería para comprar medio litro de jugo de manzana,  o una plaza tan solitaria que nunca termina siendo solitaria, porque el solitario es uno, los demás caminan alrededor nuestro con miles de rostros sobre los árboles.

Pero suele ser una verdad, el hecho de que digamos en un instante que estamos solitarios no quiere decir que lo estemos, la gente camina, los niños corren, los skates pasan rodando en sus patinetas y hacen un ollie bestial y saltan un muro y se pierden al cruzar la calle, los vendedores de tostones anuncian el precio cordialmente y uno empieza a meterse las manos en los bolsillos y a contar, entonces seguimos diciendo, qué difícil modo de vivir escribiendo metáforas.

La soledad y lo solitario es una cosa muy rayado en la literatura, a todos nos aburre esa escenografía virtual de la chica solitaria en su cuarto mirando el techo, es algo sin trascendencia, han existido incluso historias amargas de poetas trilladamente solitarios que se suicidan, esas repetidas historias del mecate, el revólver y la cicuta rock and rollera,  pero en fin, no es algo que nos haga impresionar, pues a ninguno de nosotros nos va a gustar que ningún miembro de la familia llegue a semejante forma de concluir la vida o la literatura.

Dentro de la imaginería, lo subjetivo, lo creativo, la soledad es una palabra que suele representar un momento de aparente aislamiento, dentro de la propia palabra soledad, está la correspondencia del sol; allí nace, sol, solo, solitario, soledad, solitudine, el poeta puede ser solar, puede irradiar esa energía desde su presencia con la voz, cautiva con la luminosidad de su pronunciamiento de la imagen, retumba en lo más profundo de la mente del otro, mueve las fibras de las emociones, el poeta es difícil, de forma que su presencia no quiere decir que si es solar carezca de alguna interacción con el otro, fijemos que el sol aunque sea céntrico a los demás planetas no está solo, pues existe una galaxia estelar, existe un sistema planetario que gira sobre ejes, un sistema planetario que no se puede negar la presencia de los demás planetas, por lo tanto el sol existe porque existe también ese sistema complejo planetario, lunas, planetas, tierra, estrellas, meteoros.

El poeta existe siempre y cuando exista el otro, la compañía, el eco, la abrazada, el beso, la caricia en las manos, el camino de pedregales, la vegetación salvaje, los animales silvestres, los insectos, el campesino, el obrero, los vendedores ambulantes, los punks, los metaleros, el vendedor de café en la media calle, la mujer que vende incienso de sándalo, la que hace muñecas de trapos, la que teje manteles, la mujer que vende naranja fresca, la chica que alquila teléfono, los mototaxis, los boletas, los jíbaros, los pacos, la mujer militar encendiendo el cigarrillo, la mujer pintando un mural de esmeraldas con dos colibrí levantando una bandera.   

De allí, en ese breve instante sabremos preguntar sobre la existencia de las metáforas y sabremos imaginar a una mujer caminando descalza en una callejuela más difícil que nuestra propia realidad, podemos agarrar el lápiz en absoluta parsimonia  con nuestro entorno.
José Miguel Méndez Crespo

Miembro del colectivo “El cuarto de los duendes”.

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miércoles, 2 de marzo de 2016






Selfie: transculturización en la era tecnocrática


Por José Miguel Méndez Crespo
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Ilustración: Genesis Crespo

Carlos Marx en su libro “La ideología Alemana” refiere que la humanidad tenía dos tipos de dominación: una material que se dinamiza por los medios de producción dentro del robo de la fuerza de trabajo que se ejerce en la industria y en segundo término, una dominación inmaterial que es en síntesis una dominación espiritual, producida por la propaganda, la publicidad y los folletos y es esa la fuerza inmaterial que inculca los antivalores propios del capitalismo, la misma que nos hace crear una manera de vivir un fetichismo los dos tipos de dominación se dan de manera simultanea. Para tener una mejor idea, cito lo siguiente: ”La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan”; Carlitos Marx es el único cerebro de la humanidad que explica cualitativamente y cuantitativamente el comportamiento del capital, así como su influencia directa en lo material e inmaterial sobre el hombre y la mujer que viven y sufren la explotación, su visión de la humanidad se colapsa, se aliena, se transculturiza, se desploma y vemos repetir la conducta de Chaplin en la película Tiempos Modernos donde se esmera para apretar las tuercas de la modernización, el alienado se ciega, es servil y al mismo tiempo victima de las diversas manifestaciones de la explotación.

Interpretar en rigor todas las alienaciones que existen en la pesca diaria del mercado, todas las transculturizaciones que nacen en el aparataje capitalista actual, me induce a reflexionar los fenómenos que subyacen en el seno de esta sociedad tecnócrata, un ejemplo de ello es eso que hoy se conoce como “selfie”.

Es posible que toque un tema muy incómodo, pues todas las personas que lean este artículo tendrán una experiencia cercana a este fenómeno, pues es un reflejo conductual que está en nuestra familia, cerca de nosotros; la dominación inmaterial acostumbra y somete a las personas en una rapidez insólita, es efectiva, incluso,  más allá del capitalismo, podemos militar en una organización anticapitalista y tener ciertas críticas, pero hoy día es evidente que esta práctica es un fenómeno que logra pernoctar en las organizaciones de izquierda. Usted lo puede analizar desde el punto más agudo, no se sorprenda si después de un plan de acción en pro de la revolución o después de la jornada algunos militantes se tomen una “selfie” y coloquen alguna frase de Fidel Castro o Nelson Mandela. Es absurdo pensar que este fenómeno social no corresponde a una alienación, es una mañosa práctica idiotizante que se hizo cotidiana y que choca culturalmente con quienes nos consideramos de una corriente contraria al capitalismo y pensamos en cambiar un sistema sumamente poderoso a un sistema más humano

Selfie: ¿una alienación más?

El punto núcleo de este artículo, es lo que hay detrás de una “selfie”, por definición es sencillamente la cultura de tomarse fotos a sí mismo, el origen básico por sus siglas en inglés significa sin ahondamiento alguno, autofoto o autorretrato. Su presencia se remonta a la aparición de los teléfonos inteligentes y a la era digital de las cámaras, aunque  algunos refieran a una historia del selfie en el siglo XX realmente en un fenómeno que se acentuó en mayor proporcionalidad en este incesante siglo XXI, la era de “imbecibilizar” a la especie humana a cambio de “invisibilizar” lo pensante, lo sensible, lo inminentemente social, crítica y audaz.
Ilustración: Genesis Crespo



El selfie es también producto de las grandes cadenas corporativas de los medios de televisión, las series, los reality shows, el cine gringo-star, los artistas de Hollywood, al respecto Fidel Castro expresó: “No está lejano el día en que también predominen en las ya de por sí fabulosas imágenes de la televisión. No es casual que la llamada industria de la recreación tenga su sede en el corazón del imperio que a todos tiraniza.” Todo lo que es abarcado desde el espectro mediático que genera la clase pudiente del mundo, por lógica, corresponde conceptualmente a la segunda dominación referida por Marx, una dominación espiritual que se comporta y acciona dinámicamente en contra de los seres sociales.

 Este fenómeno ha dado mucho de investigar a diversas  comunidades científicas, se ha registrado desde la psiquiatría, la psicología, el psicoanálisis y la sociología, en la web y páginas oficiales de distintas comunidades científicas y de investigación hay numerosos artículos que explican la “idiotada columpiante” del selfie.

Un estudio de la Universidad de Brunel de Londres concluyó que el selfie como fenómeno social indica un reflejo conductual de problemas profundos con la autoestima y un patológico narcisismo, indica además, que es una pérdida de valor hacia la propia imagen, carece de valor propio ante el mundo que le rodea, vive y sufre; en lenguaje más preciso una “selfie” denota el acto de mendigar la aprobación y aceptación social por la red virtual.

Entre otros artículos se encuentran el estudio de la Universidad Wageningen de Holanda, que llegó a la conclusión que las selfies: “serían un grito de alerta, por medio del cual las personas expresan el abandono sexual que sienten”. Vale citar ese estudio al afirmar que: “Los adictos al selfie evalúan su nivel de bienestar en la imagen que construyen de sí mismos, utilizando las tecnologías para manipular la imagen real que obtuvieron de sí mismos y así poder vender algo que no existe y sienten ellos, sin entender que la vida no es un photoshop”, señaló Christyntjes Van Gallagher, investigador.

Nuestro siglo XXI se ha caracterizado por el ensimismamiento originado por la dependencia a la tecnología, el aislamiento social, el quiebre sustancial de la interacción con los seres, el estancamiento del disfrute familiar, la alienación en su múltiples expresiones, la transculturización en términos de velocidad por segundos y la pérdida de los valores humanos. La cultura del selfie vino a contaminar el comportamiento y a desquebrajar la estructura de la convivencia en el sentido propio de la interacción.

Aquellos que se muestran ante este fenómeno intentan dar a conocer cosas “relevantes” desde su percepción y a la vez esconden cosas sin relevancia, pues un selfie trata demostrar una “aparente felicidad social” a través de las redes, a per sé, “yo estoy feliz frente a ese momento que vivo en imagen-espacio”, “yo estoy feliz aquí en el parque comiendo algodón de azúcar” al mejor estilo de pseudo-películas de Disney, “yo estoy feliz comiéndome un helado”, “yo estoy feliz de compras”, “yo y mi regalo”, “yo y mi mundo”, en fin, ese análisis imagen espacio, no es más que un encubrimiento inmediato a la realidad social, el individuo falsea en deslinde su propia imagen interior, es una proyección individualista y el individualismo como asevera Adam Smith, filósofo neoliberal, justifica el origen de la riqueza que corresponde a los valores de competencia del mercado, cada persona detrás de una selfie dice ingenuamente: “yo al igual que muchos alienados, disfruto la vida en plenitud y lo demostraré  publicando mi falso-ego frente a la cruda realidad”


Selfie:¿un snobismo?

Ya sabiendo los orígenes de este fenómeno podemos reconocer que es un producto más de la invasión gringo cultural que contagia a los seres humanos y que genera en los otros una necesidad, desde lo cotidiano fue adoptado compulsivamente por todos los sectores. El snobismo es consecuencia del capitalismo cultural que pernocta en amplio espectro a los pueblos, sometiéndolo, los sectores más humildes recurren a repetir las actitudes de la clase dominante, suelen copiar el lenguaje, se imita el comportamiento caché, se imita la manera de ser y se mira por encima del hombro a los del propio barrio, surgen las sifrinas o sifrinos que dicen estar por encima de los otros; el trasfondo del capitalismo educa a la competitividad y al egoísmo y hace creer a todos que es fácil estar en consonancia con el siglo XXI. Cuántas veces no hemos escuchado “¡Qué genial, please una selfie, estoy happy!” como si detrás de este fenómeno se asumiera que mientras más selfies nos tomamos se podrá medir el nivel de felicidad de los seres humanos y los pueblos del mundo! Y es ridículo.

Lo más atroz de este fenómeno repercutió a toque de diana en la política cuando la derecha venezolana se tomó una selfie después de quitar el cuadro de Bolívar en la Asamblea Nacional,  los opositores caminan en la asamblea como borregos porque ven a los demás caminando.

Sin  embargo convivimos con una gran cantidad de militantes de izquierda, líderes políticos, participamos en movimientos sociales, y palpamos cómo se ejecuta el esnobismo de este fenómeno dentro de la comunidad que se supone esta en contra de cualquier manifestación del aparataje capitalista y deshumano, la alienación social del “selfie” se apropia de colectivos de diversas trincheras, movimientos feministas y ecologistas, artistas, cultores e intelectuales de la revolución.

Es inconcebible que una práctica alienadora y transculturizante se adopte dentro de los espacios de la revolución, dentro del quehacer revolucionario, dentro de la clase oprimida porque es un mal, repele, autocastiga la verdadera política de la revolución en América.

Debemos despertar, sacudir nuestro cerebro ante nuestra propia postura y reflexionar de manera real sobre el ataque cultural del capitalismo y sus múltiples formas de influir en cualquier espacio y contexto. El aparataje cultural del capitalismo está siendo eficaz en la demolición de los valores humanistas, arrastra en piedra y marea a toda la población y la izquierda no escapa de sus tentáculos poderosos, ni tampoco hace alardes ni críticas verdaderas frente a este fenómeno pero callar es aceptar el sistema y se vuelve costumbre, pero acostumbramos a esa ingenua cultura militante, a ser indiferente ante las mañas capitalistas también es una injusticia porque las valida y entonces el capitalismo, y sus costumbres educan, se asumen como algo normal y cotidiano, pisamos afincando en su terreno y no nos damos cuenta que en fin, la alienación y la transcultura se vuelve una manera de respirar en el botadero.


Sin más, el fenómeno del selfie va en contra de la interacción vigoskiana, pues repite una mamarrachada de la clase pudiente; en nuestros círculos de la revolución se utiliza el selfie inútilmente, se vuelve una cosa efímera, induce a crear falsamente como se demuestra en los estudios, una meritocracia virtual, una autoestima virtual, una felicidad virtual, mancha una propuesta política, dejamos bien a los alienados que nunca agarran un libro y dicen que la revolución es un mito.

No es revolucionario ver en los movimientos de izquierda a una especie de Jennifer López tomándose selfies y repartiendo panfletos de la guerra civil española o de la Unión Soviética o una chica o chico revolucionario que se toma  una foto con  una franela de la guerrillera Tania y un libro del Che en Barbacoas o frente a un muelle, o  en vez de una Carolina Herrera en un hotel comiendo frutas, una selfie con una franela de Rosa Luxemburgo o Simoné de Beauvoir comiendo Sushi con palitos de madera y postean “Defender la alegría como una trinchera” de Mario Benedetti porque eso es lo mismo que una chica o chico alienado que se toma una selfie con un helado y una franela de Paulo Coelho. Finalmente eso también desvirtúa nuestra propuesta.
   
Todo está en que hagamos una reflexión real de lo que sucede en nuestro alrededor, y espero que esto sea para agitar la conciencia y nos encaminemos a una verdadera transformación social y cultural en contra del aparataje que nos jode y explota.

Barquisimeto, Edo Lara. Venezuela.



martes, 23 de febrero de 2016


La inquietud poética en el ocaso larense y el tiempo

(A los poetas larenses)



En el instante de la unión de los acordes del golpe tocuyano, en el río de las lunas, como se le atribuye su nombre Tocuyo, un tamunanguero exclama ¡acompáñame en alta mar! Refiriéndose a tocar en tono Mayor. He allí la expresión popular que mantiene un vínculo instintivo con la belleza y la simbología preciosa, impregnada en la tierra de magia y nuestro espacio eterno de palabra navegante, como unidad poética de nuestra cultura regional. Lara, tierra de histórica estructura, de cultivo de poesía, lo ha demostrado en la semblanza de “grano de oro y de púrpura animada, ese fruto silvestre: el Semeruco”. José Parra Pineda, inquieto pincela un diálogo que nos invita a conocer la extensión colorida de nuestra tierra.
Y es palpable que Barquisimeto con su geometría sensible, nos penetra en nuestro caminar, y así define Antonio Arraiz “viejas calles largas de la tierra mía/ con su eterno manto de melancolía/ cuando nace el alba, cuando nace el día”. La eternidad perfecta tal vez se podría apreciar en una desmayada mirada hacia el amanecer, que va a estar al corriente dentro de nosotros, y en ella saber, que pasará el día con unas siluetas muy diferentes y con esa precisión se configurará nuestro escrito, haciéndola cada día más única; la canción desnuda e indefinible.
El misterio del crepúsculo  Guachirongo, se ocultaba y  muchos de nosotros también nos ocultamos bajo ese manto, e interfiere cristalizar en el mando supremo de la deidad, un pequeño grito  mezclado en sollozo y latido, en letra y eternidad. Dentro del mundo que nos encerramos quisiéramos reflejar la sensibilidad de Roberto Montesino “yo quiero ser como el guijarro humilde, sin cristalino tilde, sin forma airosa, sin huella altiva.” La correspondencia de un cosmo aquí en lo terreno de precisa humildad es característico, es visible, y desde allí emprende un amor por adentrarse más en la poesía larense, hay una cascada de romance, y Pío Tamayo en lucha y enamorado por la humanidad escribe sigiloso “desde los horizontes,/ allá donde hace señas de adioses el crepúsculo,/ vi encenderse los últimos luceros de sus besos.” Así de enamorado, es el paisaje que nos envuelve, y es mas allá el tesoro que se prolonga y nos toca descubrir, enloquecernos de ternura, dejar que nuestros parpados se coloreen de naranjeada tarde y un color de flamencos cuando el sol despide, y nuestros cuerpos cruzados entre la desnuda noche donde aparece la luna, y escuchamos esa noche larense con un acorde de agua dejando que la palabra en silencio cabalgue la historia.
Dejamos llorar a los poetas y nos hacemos ecos, queremos regresar a ser niños y aprender por vez primera la afinación del cuatro, llegamos a la realidad cronológica en un espejear del tiempo, nos imaginamos a Juan González  a través de la lectura, nos deleitamos un dulce sabor de historia de la negra Susana, preguntamos por la dirección de Pablera a un viejito que toma té y pronuncia el oculto origen de este pedazo de música en que vivimos, tomamos un café con los muertos y nos trasmiten la llama viva de la existencia milagrosa, construyen más la ciudad, la vieja fotografía se embellece, allí renacen los poetas y beben en el espíritu el mosaico de los animales silvestre, el pajarito San José despega danzarín al viento en los valles de Quíbor, nos damos cuenta de Lara, sus personajes, conjugamos nuestra región con África, los sones negros llegan a revivir el aroma inextinguible, San Antonio precipita una doncella entre llovizna y nos queda por descifrar este nudo en la garganta. Lara, Poetas ya sucumbidos en paraíso, vengan a mi ventana dejen que cante el duende, que cante y que la poesía larense recorte la fuente del turbio y nos persignemos el don glorioso de santidad y firmemos en nuestro epígrafe, amén… 
Auditorio Ambrosio Oropeza, 22 de febrero 2011.

José Miguel Méndez Crespo.
Miembro del Colectivo Literario
“El cuarto de los Duendes”

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*Este ensayo fue leído el 22 de febrero del 2011 en  acto del I homenaje a los poetas larenses una pluma roja en el turbio.
* Este ensayo poético se publicó en el Diario El Impulso.
* 20 poetas fueron homenajeados en su primera edición, 10 poetas en vida y 10 poetas que se han ido en su vuelo al crepúsculo- Según Ramón Querales fue un acto literario histórico, nunca una generación de poetas jóvenes había tenido la iniciativa de homenajear a los poetas consagrados.
* Ramón Querales publicó sobre este acontecimiento en la revista literaria .Rótulos.

anexo un link con información sobre esta iniciativa ecoduendista

http://www.barquisimeto.com/2011/02/18/una-pluma-roja-sobre-el-turbio-homenaje-a-los-poetas-larenses/

  

domingo, 10 de enero de 2016

¿Qué es el ecoduendismo?

Por Ángel L. Carrero Bolívar


     Es acaso un mítico sueño de unos “locos" que quisieron darle forma a sus sueños o quizá es la excusa de unos autoproclamados intelectuales, unos rebeldes que quisieron darle nombre a su causa para sobresalir y no querer ser visto como unos simples egocéntricos; también podríamos decir que es el fruto de jóvenes revolucionarios, pues, bien lo dijo Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción", que se dieron la tarea de plasmar, no sólo en el papel con un manifiesto que los envuelve de manera categórica, sino en el día a día, en sus acciones, en su labor en pro de la creación artística, en pro de su tarea revolucionaria, en pro de su propia vida. Entonces pregunto nuevamente ¿Qué es el ecoduendismo? Será acaso un sueño efímero, tal cuál es la vida misma, manifestado por los Duendes, desde su cuarto, el cual no es uno de cuatro paredes y un techo, sino más bien es una patria grande con el cielo como techo, de muebles la calle misma, pues, desde ahí se edifican, se viven, se luchan, se sufren, se gozan, pero nunca se destruyen los sueños; creo así entonces que el ecoduendismo no es una idea más, no es un simple sueño de muchachos creyéndose comer el mundo, promulgando lo que creen correcto desde su perspectivas, ambiguas o no, pues, si bien cada cabeza es un mundo, la de un Duende es un universo con las constelaciones de los predecesores, y en búsqueda de esas nuevas constelaciones, creadas a partir del eco de los “locos" que ahora son Duendes. El eco retumba y no para. Podrá frenarse quizás, pero nunca decrece, siempre está en aumento. Si la misma pregunta se le hace a cada Duende, la respuesta seguramente no será la misma, inclusive, se armarían esas populares “coñazas" de debate interno, donde el diálogo poético y categórico juega el papel principal. Sí, sin duda alguna es el ecoduendismo un sueño, pero uno vivo, uno que no se deja dar muerte a pesar de las circunstancias, a pesar del propio olvido, a pesar de los pesares. El eco retumba y no se calla, pues, en cada Duende vive. Los grandes procesos se construyen desde las bases y no desde la cima. Hay altibajos, hay momentos de gloria, hay momentos de caídas, pero nunca de derrotas, pues, cada experiencia es una ganancia, así no sea favorable. Una vez toqué la puerta a un cuarto, y al abrirse, no entre a un salón, entre a un universo pleno, lleno de “... Un mundo de más poesía y menos injusticias", y al girar, la puerta estaba abierta, nunca estuvo cerrada y nunca lo estará, pues, el eco retumba y no permite que se cierre puerta alguna. Sembraremos flores, pero también regalaremos a quienes se han ido, a quienes están y a quienes vendrán a sembrar nuestras flores. “Por un mundo de más poesía y menos injusticias" 




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El Manifiesto Ecoduendista fue publicado en la 1era Edición de la revista "La Lucerna" . Plantea la poesía como herramienta ética-estética donde el poeta-colectivo es sujeto real de las vicisitudes sociales y enarbola los sentimientos de sumar otros seres a la cuenca organizativa. Postula el respeto a las viejas generaciones literarias para reivindicar su existencia. Es un Manifiesto transgresor y auténtico, Natividad Barroso, expresó sobre el manifiesto: "Muy amplio y abarcante", "se caracteriza por una elevada conciencia del momento del planeta y de la continuidad de la especie humana"




"Sembrar flores en sus tumbas sin olvidar sus besos"


sábado, 9 de enero de 2016

Para un imaginario poético de Lara y Barquisimeto


Por Antonio Urdaneta

En la mitología de la ciudad de Barquisimeto, el cielo y la formación de un crepusculario, de una poética, de una sensibilidad, de muchos modos expresados y vividos, ocupa el centro olímpico la alta cima de un imaginario.



La poesía ha sido espejo mágico del forjamiento de sus formas vespertinas comoa otras ciudades -indica Julio Garmendia- esas famas urbanas se las otorga el primigenio tamaño de sus naranjas.
El gran escritor tocuyano, narrador de dimensión hispanoamericana, fue precisamente uno de los más profundos exploradores del crespusculario barquisimetano a través de la vida de Guachirongo y al lado de esta extraordinaria narración de cuentista, sobresale a lo largo de la historia un intenso imaginario celeste.
El cielo larense y enparticular, el cielo de Barquisimeto, se hicieron leyendarios en Venezuela por laformación de este libro virtual, esta antología del cielo que fuertemente suele cantar las voces poéticas que se han arrancado al recio suelo larense y aún a las aguas, ríos y corrientes territoriales, al lado de los cielos artesanales.
El paisaje onírico soñado de Lara y Barquisimeto, es una conjunción de entidades poéticas que desde antaño cruzaron el imaginario regional. El ritmo y la experiencia contemporánea han acortado ciertos estados de somnolencia en relación con ese paisaje y especialmente con buena parte de él, la corresponde a los paisajes del cielo.
Veamos, entonces como Otto Cornet dice que ”la tarde guinda una lenta agonía de coral” en Barquisimeto. Para Cornett la procesión de la Divina Pastora se evapora con el incensario y en ese instante asciende la devoción y se provoca el vuelo de las almas. Corresponde todo esto a una visión en la que la virgen flota en la procesión junto a su grey en la tarde misma.
Alí Lameda, el gran poeta, destaca el carácter multicolor en el paisaje, la electricidad del cielo, la joyería y la artesanía celeste: Habla de un resplandor adolescente nada melancólico. En cambio para Concepción de Carrasco, el iris crepuscular tiembla sobre las cruces, embelleciendo las tumbas-dice- y los mausoleos. Para él, el crepúsculo es un concepto romántico. Otras han visto arriba un alarde, espacios incesantes, cortinajes, óperas, poemas sinfónicos, danzas, cantos, poemas, pintura, cine, pedrería, oro, plata, todos los colores, no uno, granates, carmesíes, carrozas. Hasta el aroma de los aliños hogareños se va al cielo. Entra al cuerpo sutil de un alma que se saborea: “si en el cielo así se come, Marquitos, te felicito”, concluye Esteban Rivas Marchena.


El solo hecho de que una tradición ponga en los labios de Bolívar una frase excepcional, a semejanza de otras suyas del mismo tenor, en el momento en que era vencido en Tierritas Blancas (1813), “mas vale una derrota que contemplar un crepúsculo barquisimetano”, indica el propósito de instaurar en el tiempo una poética de la ciudad. No importa, decíamos, la realidad o la fantasía de una frase, se trata de construir con la fragilidad de una imagen una fortaleza espiritual.
Lo cierto es que el cielo de la ciudad de los crepúsculos, como el de otras ciudades del mundo derivó desde el siglo XIX en crepusculario literario. A su lado se crearía también la canción de medianoche, específicamente la noche larense que enarbolaron los cantores de antaño del tiempo de las serenatas. La vivencia del cielo de la ciudad musical oscilaría, hasta hoy, entre la melancolía sin solución y la fabulosa joyería de la luz.
 Ha mostrado el labrador del crepúsculo un rostro pasivo o se ha hecho un decidido orfebre del alma. De tal manera que con el tiempo, un poema sinfónico de Héctor Pellegatti, reunió en un solo recipiente el contenido de varias fragancias territoriales, para ofrecernos “La ciudad de los crepúsculos mágicos”. Aquí reaparece la cuidad física y espiritual, la tarde larense, la noche como entidad poética y el éxtasis.


La ciudad había emprendido una notable actividad simbólica relativa a la transición crepuscular cuando el sol metafóricamente se hunde en la noche y se crean signos de ansiedad, sembrándose buena parte de la identidad en las nubes. Se ha llegado incluso a temer en el campo ecológico que el aspecto de nuestro ciclo crepuscular, que mucho debería su magnitud a resplandor del lago de Maracaibo, según se crea posible esta historia natural, podría desaparecer si persiste la depredación ambiental: “El Jardín de los cielos comienza a decrecer”, “poemas de colores no hará ya más en cielo…“ dijo el poeta Víctor García Sereno. Mientras tanto, una joven de la ciudad, Gerónima Mendoza, pone a nuestra consideración la lectura de un marco metodológico para diseñar una colección de trajes de noche inspirados en la ciudad crepuscular.
Gerónima se sintió conmovida por una frase que atribuye a Lagarfell: “Miro al cielo para vestir a la mujer”. Tomó entonces la gama de colores, dice, del patrimonio visual.
Se trata de establecer con la topología poética de la ciudad una revalorización en el contexto de la moda, identificar el vestuario en su tema o con su hechizo. Hace predominar “telas de suaves caídas y de colores en degrades” y no sólo para grandes trajes de la noche sino también para la ropa informal. Sin dudas se trata de un aspecto inédito de esta actividad simbólica nada infructuosa.
Al mismo tiempo crecía la antología del río Turbio, escenario que entra como contenido terrenal en la mitología, en la fábula, en el ensayo geográfico, en la historia, en la novela, en la pintura, en la música, en la danza y en la poesía.
Abramos más nuestras páginas de estos libros virtuales, miremos sus
imágenes notables, yendo más allá de Barquisimeto a través del paisaje larense:

1. Unas cosas se admiran por su brillo
otras las contemplamos por su sombra
pues si el maguey no tiene sombra bella
ni matices ni ambiente que admirar
en su elevada cúpula destella
 el reflejo del sol al asomar.
 Ramón Peñuela
 Humocaro Bajo

2. Entre mil vegas de florida alfombra
 ricas en frutas y sin par verdura
 como una sierpe de azulado azogue
 trémulo el Turbio y murmurante ondula
José Parra Pineda
 Barquisimeto 1858

3. Recordad después la orilla
del dulce Morere manso
 cruzábamos su tranquila
corriente de miel nadando.
 Juan José Bracho
 Carora 1858

4. De esta crepuscular melancolía
quede en mis versos el fugaz arrullo
y sea en su ignescente lejanía
todo el azul de mi esperanza suyo
y toda el alma del paisaje mía.
 Antonio Lucena
 Barquisimeto 1884.

5. Bolívar piensa cuando Dios lo azota
que bien vale en el peso de su gloria
un crepúsculo tuyo, una derrota.
 Marco Aurelio Rojas Carora 1888.
6. Al salir del boscaje por los flancos
prosigue entre recodos y barrancos
 y en hondonadas fértiles se pierde.
 Rafael Garcés Álamo Barquisimeto 1891.

7. No el rijoso nopal ni la incisiva tuna,
ni la guazábara inclemente,
es la cabra lactífera y paciente a orilla
del Morere, pensativa.
 Francisco Lucena Fuentes El Tocuyo 1900.

8. ¡Cómo se pierde el alma por tus vegas
y el corazón se agita de contento¡
Al sur, tu Río aún está cantando.
 José Manuel Colmenares Barquisimeto, 1902.

9. ¡Oh, mi bello y querido río Tocuyo,
bajo las suavidades de tu arrullo
cuántas veces soñé…
 Antonio Arráez Barquisimeto, 1903.

10. Por ti regresa al mar en lejanía,
 con los dorados peces del crepúsculo,
 el encendido declinante día.
 José Antonio Escalona Escalona.
 Sanare, 1917.

11. Más que en la mente, guardo en las pupilas
la visión de un crepúsculo de rosas;
mezcla de azules y morados lila,
con rojo y gualda, en eclosión preciosa.
 Otto Seijas.
 Barquisimeto, 1975.

12. Entre celajes de ópalo se hundía
el desmayado sol
y al descender allá tras las colinas
semejaba un incendio de neblinas
 el último arrebol.
 Julio Olivares.
 Barquisimeto, 1888.

 13. Cómo le rememoro en este instante
cuando muere el crepúsculo distante
y a su alero se van las golondrinas
 Juan Guillermo Mendoza.
 Barquisimeto, 1884.

 14. Las auras vespertinas modulan
 vagas cosas
 que son como plegarias.
 Rafael Garcés Álamo.
 Barquisimeto, 1891.

15. La fragua del crepúsculo revive
lueñe, fugaz, celeste primavera
El cardenal bermejo circunscribe
su vuelo sorbe copa placentera.
 Luis Beltrán Guerrero.
 Carora, 1914.

 16. Que acaso sean de flores
que allá en lo ignoto pinta la esperanza,
o acaso chispas de encendida hoguera
oculta en lontananza.
 José Gil Fortoul.
 Barquisimeto.

17. Terepaima, Tabure, Manzano, Titicare,
el vientre siempre henchido de la loma de León
y lejos distante en tu silencio
Buena Vista dormida en horas de arrebol.
 Pascual Venegas Filardo.

 Barquisimeto, 1911.